martes, 4 de septiembre de 2012

El gaspacho no me gusta... Puf, que bueno, que sí, que me gusta, que es la leche y que mola un montón



La entrada no va de sopa de tomates. Iba a poner un título más dramático, pero qué coño, suficiente drama han hecho con un hecho de nada.

No soy muy aficionado al tomate (en algún lugar debo haberlo dicho), y luego no me apasiona el gaspacho. Mi pregunta es muy sencilla: ¿Está mal decirlo? No, de verdad, ¿está mal? Pues parece que últimamente está mal decir las cosas como las ves. Podría reseñar los últimos acontecimientos de mi vida (en relación con "la verdad"), pero violaría algo así como el secreto de sumario y haría quedar mal a personas que quiero y aprecio verdaderamente (a pesar de todo). Así que deberemos conformarnos con mi poca afición al gaspacho y con antiguas anécdotas de mi escuelita primaria.

¿Listos? Allá vamos.

Esta mañana, mientras oías de casualidad las noticias por el radiotransmisor ("Hijo, no puedo creer qué invento tan misterioso ese aparato, parece que hay gente dentro"), escuché una noticia un poco del mundo absurdo que estoy acostumbrado a frecuentar. Resumiré la situación tal como la he visto en algunos sitios. Por lo visto, un estudiante de la provincia de Córdoba, de la ciudad de Villa General Belgrano, de algo así de dieciseis años, fue a una muestra fotográfica con temmática de María Eva Duarte de Perón, con motivo de su sextagésimo aniversario de fallecimiento, en una visita organizada por los docentes de su establecimiento educativo. (¿A que la oración anterior me ha quedado de miedo, no?). Pues bueno. Cuando el joven salía de la muestra (a la que no había ido con mucho entusiasmo, todo sea dicho), ve que hay un libro de anotaciones y decide exponer su opinión; con mucha alegría dice que la muestra le dio asco y firma como anónimo. Vuelven al establecimiento educativo (que estaba a medio kilómetro del lugar donde se exponía la muestra) y allí dice que él ha firmado la entrada y los profesores lo amenazan con diez sanciones. Alegan que ha sido una falta de respeto y que el colegio ha debido tachar la entrada y presentar excusas ante la asociación del bicentenario (o algo por el estilo), y que al chaval le caerán las diez sanciones de lleno (y según el padre, las diez sanciones fueron escritas en el cuaderno, a pesar de que la directora afirmara que estaban en suspenso).

No voy a entrar en detalles. Si queréis ver más información, deberíais leer este artículo, que aparece bastante completo (y es fácil encontrar entradas si buscáis "REcibe diez amonestaciones por decir que le daba asco una muestra de Eva Perón" en el Google). Pero como dije, no quiero ahondar más sobre los detalles (al menos no de momento, si bien luego los detalles terminan siendo la solución de todo enigma).

Mi postulado es muy sencillo. Me permitiré exponerlo en una sílaba.

¿¿Eihn??

¿Estamos todos tontos o qué? Luego decís que yo estoy algo chalado, pero ¿os estáis oyendo discutir todo esto? ¿Soy el único que no le ve sentido? Cierto. Cada vez que me encuentro con un grifo de esos que están temporizados por un botoncito que regula la salida del agua me pongo a reír como un histérico. Pero eso no viene a cuento. ¿Es en serio? ¿En serio no hay nada mejor que hacer?

Podría decir que vivimos en democracia, y que todos somos libres para decir lo que nos venga en gana. Podría decir que el tachado de la opinión fue censura, no importa la explicación posterior del colegio. Podría decir que las amonestaciones fueron puestas por el comentario per se y no por haber firmado como anónimo. Podría decir que la base de la democracia es la discrepancia y la contradicción (de ahí que no considere a la democracia un sistema digno de crédito, pero no viene al caso). Podría decir que tolerancia es aceptación paciente (y en ocasiones amarga) de cosas a las que no adherimos, y no adherencia a aquellas cosas que de entrada no nos gustan. Pensar que la tolerancia es esto último nos coloca en la posición de uniformidad. Esto es grave. Muy grave. Empezamos por una escuela que da diez amonestaciones a un chaval al que le gusta la Historia (mal vamos) porque el chaval en cuestión dice "Me pareció un asco la muestra". No me jodas. "Asco" es la palabra más suave que he oído en relación a esto.

Sinceramente. Yo creía que era un hombre libre de decir "Esa sinfonía fue una mierda", o "Los cuadros eran horribles", o "Esta novela es basura condensada", o "Perón era un antiintelectual de pacotilla". Y yo creía que podía decirlo así sin problemas. De hecho, yo creía que podía decirlo sin que me cayesen encima las autoridades del orden y la pulcritud (se me vienen a la mente los auditores de Mundodisc).

Podría preguntarme qué coño nos está pasando. Estoy un noventa por ciento seguro de que si (y excusadme, pero es cierto) el chaval hubiese escrito "La Iglesia me da asco", nadie habría levantado la perdiz. Creo que hasta le hubiesen hecho un monumento. ¿Estamos tontos? ¿Acaso vivimos en el mundo en que consideramos bueno al ganador y malo al perdedor? Quiero decir... Pues bueno, Evan Duarte representa una cruzada muy fuerte por la defensa de los pobres, de los derechos obreros, de los derechos de la mujer, y es casi un símbolo omnipresente del partido político al que pertenece la señora presidente. Es un personaje a quien Fernández viuda de Kirchner admira en cierta medida. ¿No podemos meternos con Eva Duarte porque es la buena de la película? La conclusión es la misma. USA es la leche, los rusos son unos comunistas de porquería que quieren dominar el mundo. Eva Duarte es la heroína y los militares unos maricas que merecen justicia y abucheos y nadie se calienta cuando sale gente pidiendo su muerte.

Pues no. El mundo no debe funcionar así. En este mundo yo soy libre de decir lo que quiera y de quien quiera. ¿Quiero tirarle huevos a la Bandera? Meta. ¿Quiero destrozar la figura de San Martín? Meta. ¿Quiero hacer un santuario para Galtieri y para Hitler? Meta. ¿Quiero hacer una ópera en la que Eva Perón es la buena buenísima de todos los tiempos? Meta. ¿Quiero hacer una obra de teatro en la que Eva Perón conspira de forma maquiabélica para generar burros e ignorantes? Meta. De lo contrario el criterio es "Piensa lo que quieras, pero siempre y cuando nosotros lo pensemos". Mientras no te dediques a llevar actos violentos contra otra persona, puedes decir lo que te venga en gana (y luego a no quejarse). Vale, vale que existe el respeto (al menos una cuota mínima). Pero la barrera del respeto es tan tenue como las motas de polvo de una habitación.

Pero no. No diré nada de esto. Me limitaré a señalar que me parece desproporcionado llamar al ministro de educación para que suelte algunas perlas magistrales y para oír al desfiel de pasmarotes que eran de esperarse. El primero de ellos, el chaval que escribió eso. Las cosas como son. Eva Duarte me parece un personaje siniestro, pero eso no tiene importancia aquí. Lo que de verdad importa es esto. En este país existe una ilusión (en el sentido negativo de la palabra). Es como el niño de diez años que dice "Los Reyes Magos existen", pero que sabe que algo anda mal en todo ese asunto. Aquí todos somos libres, todos tenemos derecho a opinar y expresarnos, aquí todos nos toleramos. Pero hasta cierto punto. Cuando las ideas comienzan a ser demasiado excéntricas, cuando la rebeldía se va de los causes habituales, cuando nos ponemos pesaditos... pues ya basta de tanta libertad. Parafraseando a Albertti sobre Sarmiento... Las ideas no se matan, siempre y cuando sean las suyas.

Espero que el chaval haya aprendido la lección. Que si quieres pensar, debes hacerlo solo, y si te quieres expresar, debes ser mucho más sutil. Y que la Historia, como todos sabemos, no conduce a nada bueno. Y vamos... menudo follón. Que detrás de toda la cháchara pedagógica no subyace otra idea distinta de "Aquí las cosas se nos están torciendo y debemos dar un volantaso".

Vosotros sólo debéis esperar. Dentro de nada seremos Cuba, y dentro de menos aún, Venezuela. En menos de lo que canta un gallo seremos un estado militar al estilo de USA.

Vaya, y yo que creía que ya no iba a tener temas para criticar...

viernes, 17 de agosto de 2012

Una Historia de Amor


Una historia de amor
Cuando se conocieron no pudieron pensar en un futuro juntos. Los dos eran demasiado diferentes el uno del otro. Ella había pasado por experiencias muy difíciles desde que comenzó a andar por el mundo. Tenía sus buenos golpes y sus buenos y viejos secretos. Era una mujer que tenía mucho kilometraje y a la que le gustaban las emociones fuertes. Él tenía un perfil bajo y sentimental que lo había hecho blanco y presa de conflictos que no lo habían dejado bien parado. Quizás él era capaz de ayudar al resto del mundo, menos de ayudarse a sí mismo a superar su timidez natural. Una timidez que conseguía encubrir con una personalidad jocosa y encendida. Siempre estaba dispuesto a sonreír. Y cuando cruzaron caminos… Fue él quien pensó en dar todo de sí a causa de aquello que había brotado entre ambos. Ella no estaba segura de sus sentimientos. El mundo la había forjado para ser fría y un poco despiadada, y no había tenido una verdadera experiencia romántica. Pero él sabía que lo suyo podía ser más hermoso que una ilusión. Podía convertirse en realidad. A pesar de que sus vidas eran dispares y de que podría haber conflictos, él estaba convencido de que aquella era la mujer que quería para compartir el resto de su vida. Ella dudaba y él se afirmaba más en su convencimiento. Y entre ellos brotó el amor. Juntos se complementaron. Eran el contrapunto perfecto. Eran la pareja ideal. Él comenzó a ganar seguridad en sí mismo y a depender menos de los demás. Ella consiguió abandonar sus viejas costumbres y modos de pensar y se atrevió a soñar en un nuevo universo. Un universo en el que la sangre y la muerte y la violencia se veían opacadas por el amor. Pero nuevos obstáculos se interponen en la pista de estos enamorados. Los obstáculos que podría encontrar cualquier pareja común y corriente. Pero ellos, además de ser una pareja, no son nada comunes ni corrientes. Así que tendrán nuevos retos para sortear en la carrera del amor.
¿Buena historia, no? ¿Muy melodramática, no? ¿Muy mía, muy de Nicolás, no? Pues no. Desde ya. No encontré el amor ni nada de eso. Por si os lo estabáis preguntando. Mi respuesta es un rotundo “NO”. Entonces, me diréis (y creo que la pregunta es justa), a santo de qué viene todo lo anterior, que parece una descripción malísima de una novela rosa. Amigos y amigas… ¿qué iba a ser? ¿Olvidáis que soy un friki? Todo lo anterior es mi concepción de cómo sería un romance entre Herbie, ese simpático (y a veces irritante) escarabajo blanco y Christine, ese divertido Plymouth Fury del 58 que cada tanto gusta de darse un paseíto y cargarse a la mayor cantidad de transeúntes que encuentra. ¿A que hacen una pareja perfecta? ¿Os imagináis la secuela? Una historia de amor II Los Frutos del Amor (A mí no me miréis raro, considerad que hemos debido soportar Freddy contra Jason y Alien vs. Predator, yo no soy responsable directo de la manía de hacer esas chorradas. Así que los tomates, a los del cine).

domingo, 12 de agosto de 2012

Aunque sea para escribir algo...





Por Júpiter... la que tenía sin pasar por aquí...



De acuerdo. A ver cómo nos ponemos al día.



Han sido unos meses de mierda. Lo diré con toda franqueza, así nos ponemos cómodos. Tranquilos, no ha ocurrido nada verdaderamente grave, pero es que no he tenido ánimos de casi nada.



Desde lo de la caída en el encerado (ola de vítores y aplausos), he estado algo decaído. Me ha superado el desánimo. Lo peor es que no sabría concretar una razón. Sólo ha sucedido y punto.



En principio me he sentido más que inútil. La última entrada que escribí, que en teoría debía ser graciosa, no me dio gracia ni siquiera a mí (de hecho, me da miedo). Y claro... También me he sentido incompetente, un desastre (un mal desastre, quiero decir), y un gilipollas (más de lo habitual).



Luego se me ha dado por ver el mundo de esa forma filosófica que conviene no tocar nunca jamás. He terminado concluyendo que vivimos un engaño y una ilusión que nos creamos para evitar ver la realidad. Disfrazamos la realidad con un falso idealismo, podría decirse. Todo es una farsa. O al menos yo lo siento así.



Luego, mi típica depresión de tres de agosto se ha extendido considerablemente (tanto hacia delante como hacia detrás). No me hace bien tener que decir todo lo que he sentido con respecto a este particular. Lo dejaré estar. La mayoría (si es que aún queda alguien por ahí) sabrá leer entre líneas.



Y finalmente (lo que nunca podría haber esperado), me he sentido solo. Vamos... el colmo. Seis años disfruté de la soledad. Viví en la soledad. Aprendí a querer la soledad y a ser feliz estando solo. Y voy ahora y comienzo a sentirme mal por estar solo y sentirme poco estimado. De verdad. Jamás pensé que podría someterme a todas estas chorradas.



Es decir. Las emociones y los sentimientos ganaron lugar a la razón. El razonador se vio superado por aquello que es irracional. Me siento idiota.



No he concretado nada de lo que tenía previsto hacer estos meses (rendir exámenes, para ser claros). Leía y olvidaba. Resolvía ejercicios y lo hacía mal (o bien tardaba horas). Y de fondo tenía la filosofía de "Todo el universo es una ilusión, todo es un montaje cruel", o bien el "Eres un inútil", o bien el...



Así que, damas y caballeros, han sido meses de mierda. Por cuestiones estúpidas. Y mi mente me dice que son de lo más ridículas. Pero me han golpeado fuerte.



Para colmo, estoy enfermo. Hurra.



La cuestión es que, a día de hoy, sigo igual de idiota. Vamos, que ni siquiera me ha salido hacerme reír.



Creo que, más pronto o más tarde, se me terminará pasando. Así lo espero. Así lo quiero creer. Pero por el momento estoy hecho una piltrafa.



Quizá, no tengo idea, ponerlo por escrito sirva de algo, o quizá no.



Y bueno. Ese es el resumen. No hay mucho más que contar. Tampoco quiero dar más la lata. Podéis dejar de celebrar, sigo vivo.



Intentaré escribir cosas que no apelen ni al humor (porque me sale mal) ni a la reflexión (porque termino viendo todo negro) (y no, eso último no fue ironía, aunque podría haberlo sido), y os pondré problemas de física y de matemática.



¿Lo véis? Siempre queda la solución de convertirse en un tirano despótico y bdescargar la frustración en decretos y edictos reales.


domingo, 3 de junio de 2012

Tengo curiosidad


Entrada corta, lo prometo. Porque sigo vendado y porque me caigo de sueño.

Hace algún tiempo (síp, este blog es muy regular), estando un rato con mi hermanita, veo que está jugando un juego on line ridículo como el sólo. Creo que está basado en alguna saga de terror, pero ni me preguntéis, porque no me interesó en absoluto y no lo busqué.

Le pregunto de qué va el juego y la respuesta me deja un poco atontao. A ver...

... el chiste está en desbloquear una puerta que está trabada con tablones de madera clavados a lo horizontal, dar click en algunos objetos de la habitación (y no, no es en secuencia como el Simond), y todo ello para ver figuras escalofriantes y fantasmas sangrientos... lo típico, vamos.

Quiero hacer una denuncia pública. No porque los juegos sean excesivamente macabros. No porque sean una pérdida de tiempo. No porque les inculque violencia. No señor, por nada de eso.

¿Soy el único que no le ve sentido a abrir una puerta sellada así porque sí? Haré más concreta la pregunta: ¿Soy el único que piensa que si la puerta está cerrada lo está  por alguna razón importante? No, en serio, lo pregunto de verdad.

¿Lo véis? ¿Lo véis? Luego todo el mundo se queja del poco sentido común de la juventud...

... caso cerrado, Watson. Venga, que en media hora es la reunión con Poirot y Padre Brown.

P.S. He notado que la verificación auditiva de Blogger se ha ido de olla. En cuanto tenga un tiempo eliminaré el cabcha de por aquí, ya he dicho. Y bueno... si no comento demasiado por otros blogs, es precisamente por la verificación auditiva. Ah, las bondades de Blogger...



miércoles, 23 de mayo de 2012

El Salón del Estudio - Tercer aniversario


Os seré muy sincero...

... el jueves pasado me di un golpazo contra el martillo más grande de todo el mundo...
... ehm... esteeee... ¿El mundo?
¡Correcto!
... mientras trabajaba en un pizarrón (que me gusta trabajar en el encerado, veo mejor las ideas). Gracias a Dios estoy bien, aunque tengo el meñique adolorido y el pie molestó mucho durante el fin de semana. Por fortuna, no estoy quebrado, sólo tengo entablillado el dedo meñique porque está muy inflamado y duele cuando lo doblo. Comprenderéis que escribir unas pocas líneas me presupone cierto (mucho) esfuerzo; aunqque no quería que este díaa pasara sin reseñarlo por aquí, como es tradición.

Así que, si me lo permitís, comienzo una pequeña pero cargada digresión de las mías, de las de antes.

No creo que se necesite ser un genio para ver a primera vista que el blog está un poco (entiéndase el sutil eufemismo) detenido los últimos tiempos (desde principios de año hasta esta parte). Por diversas circunstancias (exámenes, en su mayoría, pereza en otros casos) no estoy dando la atención debida al blog. A veces pasamos por periodos de sequía intelectual, de apatía y de anti-creatividad... quizás haya habido un poco de eso últimamente, aunque no por falta de ganas. Las ideas llegann cuando tienen que llegar, sólo eso; hablar sin tener nada que decir es algo propio de necios. Aún tengo ideas pendientes, tengo cosas que cerrar por aquí y muchas otras que aún deben comenzarse. No estoy publicando todo lo que escribo (quizás porque me note poco fino al escribir, poco satisfecho con las pocas producciones), y el tiempo para sentarme a reescribir o a pulir (incluso a hacer un primer boceto) no es algo que abunde. El salón requiere tiempo y esfuerzo. Sólo eso.

Y no... no voy a cerrar este blog por falta de tiempo o de esfuerzo. En absoluto. Algo dentro de mí me dice que aún no es el momento de finiquitar el blog. Hay cosas que aún no hice y que me gustaría intentar por aquí, hay cosas de las que no hemos hablado y que deben ser habladas. El proyecto seguirá abierto por tiempo indefinido, hasta que todos digamos "basta". El tiempo del salón del estudio aún no ha llegado.

Pero este post no está destinado a presentar excusas sobre mi ausencia prolongada ni la disminución de entradas. No es la intención principal, al menos. La intención es recordar que tal día como hoy, hace tres años, publicábamos la primer entrada del salón del estudio. Una breve reseña sobre El principito, de Antoine de Saint Exuperi, poca cosa (aunque no necesariamente tan poco). Creo que iniciamos un proyecto de ennsueño hace tres años. Un proyecto ambicioso y casi sin fronteras. La experiencia nos ha demostrado que algunos de esos sueños son más o menos realizables a mediano o largo plazo, pero aún así hemos hecho lo que hemos podido.

Nació como un blog pensado por frikis para otros frikis, sin caer en el extremo de ser absolutamente ñoño ni absolutamente encriptado. La intención siempre ha sido abrir puertas, fomentar la curiosidad, proponernos preguntas y descubrir que no es difícil responder... es difícil preguntar. Sólo pretendíamos poner en marcha los motores para prepararnos a pensar. Es como tirar una pieza de dominó y esperar a que las demás vayan cayendo solas. Dar cuerda a un reloj y ver hasta dónde llegamos.

No es justo arrojarnos el haberlo conseguido. Al contrario, sería orgulloso pretender que hemos sido capaces de integrar en este blog todos los elementos y herramientas para iniciarse (casi suena esotérico) en el sublime arte de vagar por los rincones de la mente (o divagar). En modo alguno. Sólo hemos hecho mención de algunos pocos hechos curiosos, de anécdotas graciosas, de referencia a buena literatura, compartido un poco de música... pero no hemos pretendido creer que elaborábamos el pensamiento.

Quiero creer que hemos sido libres y hemos dejado en libertad. Que tan sólo hemos sido bucadores y lo seguimos siendo. Ninguno de los que hemos escrito en este blog domina lo que yo denomino "el arte de vagar por los corredores de la mente". No creo que nadie lo haya hecho jamás. Ese arte es un proceso, algo que no termina ni concluye. Como todo proceso, se gesta tomando su tiempo de maduración, se cultiva, se va ganando práctica. Pero nunca llega a una culminación. Nunca nadie llegó a esa culminación. Podemos adentrarnos más en esta aventura, podemos profundizar los niveles de la divagación... pero nunca llegamos a nuestro horizzonte.

Esa es la aventura. Aquí hemos estado compartiendo buenos momentos, tiempos de ocio y diversidad qque de verdad he disfrutado. Yo he enseñado (de mostrar) cómo razono y pienso (más o menos), cómo me entretengo en pasarme horas ante un libro o cómo intento inútilmente escribir bien o hacer matemáticas. Esa es mi experiencia de vida, mi intimidad con el pensamiento. Todos los que estuvimos aquí mostramos, enseñamos lo que teníamos (no penséis mal...), lo que sabíamos hacer, cómo lo hacíamos y hasta dónde llegábamos. Creo que no era una exhibición prepotente de "Mirad lo que hacemos". Era sólo una forma de decir "Aquí nos la pasamos genial". Con lo que sabemos, con lo que podemos (poco o mucho), con nuestros juegos de mente y libros gigantes. Siempre fue una invitación a explorar un mundo que ofrecía mil posibilidades al viajero deseoso de conocer nuevas tierras. Y siempre recalcamos que el único requisito era estar predispuestos a divertirse.

Creo que, en cierta forma, conseguimos un poco de eso. Mostramos algunas de las cosas que hacíamos, cómo nos entreteníamos y cómo era nuestra divagación (sigo maravillándome de que alguien nos haya leído y no haya perdido la cabeza) (aunque no estoy muy seguro).

Lo importante fue (y es) que la hemos pasado bien. Hemos compartido parte de lo que éramos, y hemos crecido juntos, de muchas formas distintas. No somos los mismos y al mismo tiempo somos los de siempre, que diría Adam Evans.

Y la aventura continúa. Si una aventura se queda a medias deja de ser aventura, así que conviene seguir adelante. Una meseta no siempre implica que se ha llegado a un precipicio. Así que hala...

... ¡Feliz Cumpleaños, Salón del Estudio!

Y no... a pesar del nombre, no es un blog ñoño



domingo, 13 de mayo de 2012

Claro de Luna







Claro de Luna

Con este libro entre mis manos
veo crepitar las tristes ascuas del hogar
se están consumiendo
dejándome en penumbras
Y mis pensamientos vuelan hacia el vacío
A la habitación sumida en tinieblas
A los cortinajes oscuros
A los pasillos infinitos
Por la ventana se ve la noche
fría y quieta
y la luz de la luna
el cristal atraviesa
Baña este cuarto que se sumerge en las sombras
Lo ilumina con el claro de luna
Disco plateado que asoma en los cielos
que contemplas impasible la noche serena y triste
que ves en las almas de los pobres mortales
que riges el nocturno firmamento
mudo observador que sin inmutarse contempla
la cruel tragedia de la muerte inexpugnable
Y vuelvo una y otra vez a esos recuerdos
que han venido de ninguna parte
aquí mirando el fuego que muere
sabiendo que la muerte no es sino la otra orilla
Ahí está, cruzando el puente
Y en aquella habitación
que soy obligado a contemplar por los pensamientos indómitos
la muerte toma forma de plata
descargada sobre el suave antebrazo de marfil
¿Cuánta furia he de seguir presenciando?
¿Cómo he de romper el hechizo que me ata a esta lúgubre visión?
La muerte se lleva la vida
El dolor rojo fluye por la habitación
La luz lunar saca destellos a la daga
a la sangre que mana de la herida abierta
¿Por qué, tragedia ineludible?
¿Por qué, sombras inexorables?
Y la vida se extingue con lentitud
llevándose a cada segundo un suspiro más
que caen como gotas de vida en el charco eterno de la infinitud
La creación se estatiza en aquellos momentos
Las gotas de vida abandonan y caen
caen en el estanque formando círculos que se disipan y se olvidan
se van, se van
estoy angustiado
asfixiado por estas siniestras imágenes
mi corazón tiembla con estos recuerdos
venidos de ninguna parte
Y siento que termina
que concluye
que finaliza
La vida se pierde
lentamente, lentamente
Los últimos latidos resuenan en mis oídos
como bajos inmortales cuyos ecos perdurarán por siempre en las paredes del vacío
Tristeza de muerte siento
Contemplo el final
La extensión imposible de la vida marchita
Y lo veo acabar
implacable
inamovible
definitivo
el gélido silencio
de la muerte helada
Y contemplo por primera vez
el inmenso abismo que hay detrás de esa máscara
Y siento temor
porque más allá oigo los lamentos
Y me llevo conmigo
de vuelta a este fuego que muere
esos llantos tristes
vestigios de mi viaje
que me acompañarán por siempre
Como si fuese el recordatorio
el reloj de la vida zumbando en mis oídos
marchando hacia el último instante
a ese abismo y a esas voces
que jamás caerán en mi olvido
que no podré borrar
que perdurarán siempre
porque ahí están
agitándose como los mares de un acantilado
aguardando, quizás, mi regreso
esperándome, tal vez
queriendo verme con ansiedad
queriendo tenerme
para siempre con ellos
con las voces del abismo
con las voces de la oscuridad...


Poco resta por decir. Hacía bastante tiempo que no escribía poesía (desde noviembre, más o menos), hasta que ayer por la mañana nació espontáneamente. Llevaba algún tiempo pensando en algo específico para Claro de Luna de Beethoven, había imágenes que aparecían como en fotografías... pero ninguna historia. Así que decidí aprovechar la potencia expresiva de las imágenes para la poesía vulgar y tosca que me suele gustar escribir. Ese es el resultado. Si os resulta tétrico, un poco inquietante, si llegáis a pensar que es angustiante... pues vaya que se cumplen los objetivos de transmisión.

Como ya sabéis, la poesía es de libre interpretación (y composición). Empecé queriendo hacer algo en particular y terminó saliendo cualquier cosa. Al corregirla y retocarla se me ocurrió una posible interpretación; si a alguien se le ocurre cuál puede ser y la dice, confirmo la deducción.

Hay un muy pequeño guiño literario hacia el final de la poesía. ¿Os suena de algún sitio?

Para aclararnos... no me gusta Beethoven. No mucho, al menos. El Claro de luna es una de las que puedo soportar de él. A veces se vuelve un poco pesado, aunque reconozco talento en su composición.

Esto entraría dentro de la categoría "escritura aficionada". Por lo tanto, y como ya sabéis, sugerencias, críticas, insultos y demás serán bien recibidos, como siempre.

Sin otro particular,
Au revoir.

¡Elen síla lumen omentielmpo!


sábado, 28 de abril de 2012

No estamos tan lejos, Ray...




«Entrar en aquel silencio que era la ciudad a las ocho de una brumosa noche de noviembre, pisar la acera de cemento y las grietas alquitranadas, y caminar, con las manos en los bolsillos, a través de los silencios, nada le gustaba más al señor Leonard Mead. Se detenía en una bocacalle, y miraba a lo largo de las avenidas iluminadas por la Luna, en las cuatro direcciones, decidiendo qué camino tomar. Pero realmente no importaba, pues estaba solo en aquel mundo del año 2052, o era como si estuviese solo. Y una vez que se decidía, caminaba otra vez, lanzando ante él formas de aire frío, como humo de cigarro. A veces caminaba durante horas y kilómetros y volvía a su casa a medianoche. Y pasaba ante casas de ventanas oscuras y parecía como si pasease por un cementerio; sólo unos débiles resplandores de luz de luciérnaga brillaban a veces tras las ventanas. Unos repentinos fantasmas grises parecían manifestarse en las paredes interiores de un cuarto, donde aún no habían cerrado las cortinas a la noche. O se oían unos murmullos y susurros en un edificio sepulcral donde aún no habían cerrado una ventana. (...) —Hola, los de adentro -les murmuraba a todas las casas, de todas las aceras-. ¿Qué hay esta noche en el canal cuatro, el canal siete, el canal nueve? ¿Por dónde corren los cowboys? ¿No viene ya la caballería de los Estados Unidos por aquella loma?(...) —¿Qué pasa ahora? -les preguntó a las casas, mirando su reloj de pulsera-. Las ocho y media. ¿Hora de una docena de variados crímenes? ¿Un programa de adivinanzas? ¿Una revista política? ¿Un comediante que se cae del escenario? ¿Era un murmullo de risas el que venía desde aquella casa a la luz de la luna? El señor Mead titubeó, y siguió su camino. No se oía nada más. (...) Luego de diez años de caminatas, de noche y de día, en miles de kilómetros, nunca había encontrado a otra persona que se paseara como él. (...) Llegó a una parte cubierta de tréboles donde dos carreteras cruzaban la ciudad. Durante el día se sucedían allí tronadoras oleadas de autos, con un gran susurro de insectos. (...) Pero ahora estas carreteras eran como arroyos en una seca estación, sólo piedras y luz de luna».

Fragmento de El peatón, de Ray Bradbury, publicado en la recopilación de cuentos Las doradas manzanas del sol.

Esta mañana, a eso de las nueve, sonó el teléfono de casa. Estaba a su lado, y por eso atendí con un profundo "Hola". Preguntaron por un nombre, que en teoría es mi nombre (pero que también es el nombre de mi padre, así que técnicamente no mentía cuando dije que yo era el requerido). Esta es la introducción, mis queridos amigos, de cómo me percaté de que estamos viviendo en los mundos de ficción que nunca pudimos creer.

El hombre se presenta como un operario de la compañía de telefonía fija que usamos en casa. Me dice que habré notado, seguramente, que la tarifa de teléfono junto con la de internet es abultada. Dijo los números de las cuentas de los dos últimos meses y me pedía mi opinión. Y un servidor, a todo esto, respondiendo con total descaro "Sí, sí, lo entiendo, es cierto". Entonces ahí el tío soltó la bomba que yo me venía venir.

“Ya que se hace muy costoso pagar esto”, dijo, “queríamos ofrecerle una opción que quizá le resulte más económica y mucho más interesante”. Entonces me dije "Vale, si este tío me dice que me darán el internet gratis, le hago una fiesta y todo". “No sé si lo habrá escuchado en alguna 'propaganda', pero estamos ofreciendo un paquete triple, que consta de tres servicios. ¿Oyó hablaralgo sobre esto?”. Como soy así de tocanarices, voy y le digo "No, en absoluto". “No hay problema, se lo comento ahora. Verá, este  paquete conciste en proporcionarle a usted tres servicios: telefonía fija, internete y televisión por cable. ¿Usted tiene algún servicio de televisión por cable?”. Mi respuesta, como las anteriores (salvo la primera), es otra vez "No". “Entonces quizás esto le interese, porque le ofrecemos el servicio de telefonía e internet, que usted ya tiene, junto con el servicio de televisión por cable, todo por el módico precio de...”.

El tío me sigue comentando las cosas un rato más, listándome beneficios, tratando de hacerme picar el ansuelo, diciéndome que tendré noventa canales de televisión si acepto y, básicamente, regalándome el mundo entero. Siempre a condición de que acepte.

Creo que no lo he contado por aquí, pero mi madre y yo tenemos un convenio. Si llaman de las tarjetas de crédito, de los seguros de vida o de casa, de todo lo que implique gastar dinero... yo puedo fingir que soy mi padre y decirles lo que se me ocurra para hacer que no vuelvan a llamar nunca jamás y nos dejen en paz. Hasta ahora, he sido un profesor de matemáticas con cenilidad, un detective baleado en la pierna en el noventa y cinco, un reciente acólito de la secta de los Hermanos de la Iluminación Luminosa de la Luz Iluminada, un viejo profesor de filosofía con tendencias comunistas guerrilleras, un excéntrico poseedor de piezas de arte (pianos, arpas, violines), entre algunas otras cosas. Así que hoy no iba a ser la excepción.

Si mi padre hubiera estado en mi lugar, habría dicho "¡Sí!" de inmediato. Pero mi madre es un poco más centrada. Eeeen fin.

El hecho es que he terminado diciendo la verdad. Después de la pausa que él inició, él preguntó “¿Qué le parece esta propuesta?”. Y yo fui sincero, muy sincero. Dije un rotundo "MAL".

—¿Usted no está interesado en...?
—No.
—¿Es por una cuestión económica? ¿Quizás el precio se va demasiado...?
—No, no es eso.
—¿Entonces?

El tío ya no estaba ni siquiera fingiendo buena predisposición para engancharme. Y ahí fui rotundo.

—Porque no veo televisión.
—¿Usted no ve televisión? —preguntó con el mismo tono de voz con el que cualquiera (o cualquiese) preguntaría “¿Tú no comes nada en ningún momento del día?”.
—No, trabajo mucho y mi tiempo libre lo ocupo en leer.
—Ah, usted lee —repuso con sequedad. Parecía estar calibrando eso. Se había oído como la respuesta del que dice “Ah, es que estás enfermo y por eso no comes”—. Buenos, señor, siento haberlo molestado.
—No, en absoluto, Gabriel. No ha sido ninguna molestia. Que tenga un buen día. Dios lo bendiga.
—Gracias. Hasta luego.

Y así terminó.

Voy a ser breve y concreto.

No fui muy imaginativo en lo que dije, pero fue la verdad; y fue esa verdad la que lo terminó desarmando. No es que no vea televisión porque no veo. Ni siquiera me siento delante de la caja luminosa para oír las noticias. Vale que algún día vea una película, o de vez en cuando vea un episodio por el ordenador de algune serie que me guste. Pero nunca lo hago con regularidad. Lo que más hago es abrir un libro y leer.

Pero vamos, hombre, que no reviste nada de peculiar ni de extraño. En un mundo que se dice "avanzado", esa debería ser una de las actividades más regulares. Abrir un libro es lo correcto. Encender el televisor y entretenerse un rato no  es incorrecto, pero hacerlo siempre y de continuo no ha de ser muy saludable. 

Leonard Mead vive en un mundo enn el que está absolutamente solo. En el que hay seres humanos (porque el cuento dice que hay vida en esa ciudad), pero en el que no hay ningún sonido humano. Todo el mundo está en sus casas, en silencio, envuelto en penumbra, iluminados de frente por la luz más tenebrosa que haya brotado de las tinieblas del alma humana.

Ese no es el mundo de Leonard Mead, ese no es el mundo del dos mil cincuenta y tres, ese no es el mundo en el que los coches patrulla son máquinas inquisidoras que no entienden cómo un hombre prefiere salir a caminar en lugar de quedarse a ver televisión. No. Ese es nuestro mundo, el mundo del dos mil doce, el mundo en el que un telefonista te pregunta con incredulidad el porqué no ves televisión.

Charlando con una amiga, me parecía estar viviendo en un mundo aparte. Allí en donde ella vive el lunes celebraron por lo alto el día del libro. Aquí no se hizo mención de nada. No digo que allí estén mejor que aquí, pero el hecho es que aquí estamos muy mal.

No haré un ensayo sobre este tema, porque creo que se sobreentiende la importancia que le doy a leer un buen libro y generar un hábito de lectura. Sólo diré que creo que el mundo académico iría un poco mejor si los niños, antes de aprender a usar el mando de la televisión, aprendieran a abrir un libro y encontrar entre sus páginas un mundo flexible y abierto, un mundo que está a una página de distancia, un mundo que se transforma según nuestro capricho y en el que nosotros podemos intervenir cuando queramos.

No me enorgullece tener que contar estas cosas, pero pensé que sería importante rescatarlo. A veces me gustaría que la televisión no existiera durante unos días, un par de semanas o un mes. Estoy seguro de que las cosas cambiarían un poco.

Feliz día del libro a todos vosotros, amigos del salón. Y bueno... no la hice el veintitrés, pero al menos he terminado escribiendo algo relacionado con los libros (y no he demorado un mes en hacerlo).

Au revoir.

miércoles, 18 de abril de 2012

Mis hipótesis



Cuando voy camino a la cocina tengo que pasar, indefectiblemente, por delante del cuarto de mi hermana menor (que es el típico cuarto de una adolescente, así que figuraos el esfuerzo que hago para no tener que pasar por allí). No podía faltar —al ser (como de seguro recordaréis) el cuarto típico de una adolescente— el hilo musical continuo y chocante de una radio puesta siempre enn la misma emisora radial. Como esta es una adolescente muy, pero que muy adolescente, es la típica emisora populista que todo mundo escucha en toda la provincia y que se caracteriza, básicamente, por emitir siempre las mismas canciones una y otra vez hasta el hartazgo.

Y desde hace un tiempo, oh mis fieles lectores "¿Aún queda alguien ahí?", pongamos como margen temporal unos dos meses y medio a cuatro meses (no sé si antes de Navidad este fenómeno era recurrente), cada vez que paso por ahí escucho el mismo sonsonete estúpido e infantil. Sí, esto.

Sí, lo sé, soy un jodido héroe. ¿O qué? ¿Creéis que no se necesita coraje y valor y todas esas cosas para atravesar ese pasillo y deber oír esa "canción"? Digo yo que al menos un premio alguien tendría que darme, ¿no?

Pero en fin. La vida nunca ha sido justa y yo no haré que la vida cambie de parecer. Así que me puse a reflexionar un poquito. Si esta cosa lleva dando vueltas en el aire desde hace tres meses, quizás un poco más, ¿cómo es posible que siga en el aire? ¿Nadie recuerda eso de "Lo poco agrada y lo mucho empalaga"? ¿Nadie recuerda dónde lo dejamos? Tío... vale. Vale que te guste, que te vuelva loca, que te dé placer oírla. A mí también me gustan cosas que gasto y desgasto hasta que ya no hay ningún matiz nuevo para apreciar. Pero a mí también me gusta la miel y el dulce de leche, pero si trago veinte kilos de la mezcla... sólo digamos que no tardaría mucho en levantar la voz en grito contra las dichosas golosinas.

Pero como al parecer el exceso de esta cosa no ha cannsado, sino que (y esto es lo peor) ha gustado más de lo esperado (tanto es así que hasta los oyentes piden que se pase la pieza... aparte de las veces que los de la radio dictaminen que deba pasarse, quiero decir), he decidido intentar algunas hipótesis breves de porqué está gustando tanto. Vosotros, si queréis, podéis añadir vuestras propias hipótesis. La más plausible se lleva como premio un dado de colores.


  1. La Humanidad está en decadencia:

    • Decadencia en sentido estético: Hemos adquirido gusto y placer por las cosas que de verdad son malas. En una de mis famosas analogías culinarias...
      ... sólo digamos que preferimos un vulgar sandwich de jamón cuando tenemos la posibilidad de comer un suculento manjar.
    • Decadencia emocional. Es posible que, ante una evidente crisis emotiva generalizada y extendida, en una época en que las rupturas emocionales son lo cotidiano, en un hoy que presencia desengaños amorosos como moneda corriente, las personas deben sentirse identificadas con la miseria y la frustración que conyeva un rompimiento. ¿Solución? Que los humanos nos olvidemos de esas tonterías y comencemos a hacer algo útil. Pero claaaro... como la Humanidad tiene cosas más importantes que escuchar mis sabias palabras de... ehm... sabiduría, todo seguirá igual hasta que, dentro de cinco siglos, alguien encuentre estas palabras y diga "¡Este hombre tenía la razón!".

  2. La Humanidad es masoquista: Creo que no hace falta explicar esto... pero el hecho es que si esto te gusta porque te identificas emocionalmente con la letra de la poesía, entonces te gusta seguir sufriendo por amor (y mucho). O si la canción te proporciona repulsa, dolor y... asco, pero aún así sigues escuchándola, entonces te gusta sufrir (y mucho).
  3. No escuchamos en realidad. Sólo hacemos como que oímos las cosas.
  4. Hay mucho odio acumulado en todas las personas. Entonces, al oír la canción, liberan su energía destructiva golpeando un muñeco de trapo, arañando las paredes o rompiendo muebles mientras repite los versos de la canción. Preocupante.
  5. Nos odiamos a nosotros mismos.
  6. La Humanidad usa esta canción para adelgazar. Como dice eso de "Corre, corre, corre, corazón", lo escuchan mientras hacen ejercicio en la cinta de caminar... o lo usan como cebo psicológico. En plan "Si corro más rápido, escaparé de esta porquería".
  7. Finalmente... ¡Raíz de dos es igual a uno!


Y bueno... ahí queda eso. Hace tiempo que no escribía, coño. Postulad vuestras suposiciones, a ver cuál parece más plausible.

Y como dice la canción: Corre, corre, corre, corre...
... corre, corre, corre...
... corre menos dos, corre menos uno. corre finalmente, Forrest.

¡Corre!

lunes, 19 de marzo de 2012

Soy intelectual



Lo sé, lo sé. He estado nefasto al no manteneros informados de lo que va sucediendo por aquí y de porqué este blog está tan parado últimamente. Pero si no es mucho atrevimiento, me permitiré citar por aquí una de las escenas más memorables de Los Simpson para limar asperezas, romper el hielo y comunicaros qué anda sucediendo.

¿Listos?

Homero Simpson está en su sala de estar de la Avenida Siempreviva. Acaba de recibir una carta de la Universidad de Sprinfield luego de que su jefe, el dueño de la planta de energía nuclear, haya "extorcionado" al comité de admisión. Lee la carta de admisión y suelta una exclamación. Se lo ve alegre, muy feliz (más que de costumbre). En este momento apreciamos la calidad del personaje en todo su explendor.


"¡YAHOO! ¡YA SOY UNIVERSITARIO! YA NO NECESITO EL DIPLOMA DE LA ESCUELA SECUNDARIA".


A continuación presenciamos uno de los más grandes espectáculos que nos ofrece la inagotable capacidad intelectual de Homero Simpson. Casi a la par que dice lo anterior, toma un encendedor y quema el diploma de la escuela secundaria (sí, ese papelito que dice ya no necesitar), y comienza una especie de danza ritual a la par que gri... (perdón) canta.


"¡SOY INTELECTUAL

MUY INTELIGENTE

AY QUE BONITO SOY!



Lo sigue repitiendo mientras vemos cómo no sólo se incendia el cuadro, sino también el resto de la pared. Y así concluye esta escena, con la danza piromaníaca de Homero Simpson en agradecimiento al dios Fufu, por haberle permitido ingresar en la universidad.


Aquí el vídeo antes descrito.

Y ya. Eso.

A buen entendedor pocas palabras. Pero como nunca pude dejar algo tal y como estaba.

Pues eso, que ya soy universitario :P Que la vida universitaria no me apasiona en absoluto y que por el momento sigo siendo el investigador uraño y ffrío que siempre he sido. Y que sólo tengo tres asignaturas cuatrimestrales (¡hurra!). Que durante abril tengo varios exámenes, que en mayo sólo tengo uno, y en junio otra vez tengo tres exámenes. Y si todo sale bien, en julio tengo dos (y si todo sale mal, en julio tengo tres, pero ya veremos). Que los profesores son geniales y que me siento como en casa. Que las asignaturas son divertidísimas (por el momento me está gustando Álgebra, pero Análisis también tiene lo suyo).

Y eso, que sigo vivo y que aún no me he extraviado en la ciudad universitaria. Y que cuando tenga más novedades, más tiempo y más ganas, me pongo a comentaros aspectos curiosos de mi facultad.

Au revoir!

jueves, 1 de marzo de 2012

Socialismo o La ciencia de la igualdad



Estoy algo cabreado, así que escupiré lo que tenga que escupir por aquí y luego seguiré con lo tocante para distraerme. Quizás mañana ataque liberalismo económico y la semana que viene al positivismo. Ya veremos, según me encuentre.

Damas y caballeros, para que el socialismo funcione es necesario derrotar la individualidad. Porque el socialismo presupone que todo el mundo estará de acuerdo, que todo el mundo tiene igual necesidad, que todo el mundo tiene la misma escala de valores. Si llegamos a eso, a generar un sistema que transforme al individuo en la masa, entonces podremos instaurar el socialismo. ¿A costa de qué?

De nada en general, sólo nuestra propia individualidad y, con ella, las libertades y derechos propios de cada individuo. Porque la igualdad, señores, no es más que la forma amigable de encubrir la injusticia. ¿Que todos somos iguales ante la ley? ¿Que todos somos iguales ante Dios? Pues vale, perfecto. Pero sólo hasta ahí. Ante la ley yo soy inocente hasta que se demuestre lo contrario, ante Dios soy pecador. Pero hasta ahí.

Tampoco soy individualista, pero sí me gusta reconocerme distinto a la masa (ni mejor ni peor, sólo distinto). Porque todos tenemos distintas capacidades, distintos sentimientos y distintas prioridades. Porque todos tenemos características únicas que no se repiten en otro ser humano y que son nuestras. Nuestra conciencia es única e irrepetible, como nuestra mente o nuestro corazón. Los procesos cognitivos son distintos (porque estoy cien por ciento seguro de que no todos escuchamos la misma voz en la cabeza cuando hablamos con nosotros mismos, ¿o no?).

¿Acaso el pertenecer a cierto lugar te hace ser necesariamente como el lugar en el que estás indicas? Tienes sesenta años, vale. Tienes canas, perfecto. ¿Qué problema hay si quieres salir en motocicleta? Tienes cuarenta años, vale. Tienes media vida vivida, perfecto. ¿Qué problema hay si se te da por coleccionar autos y modelos a escala?

El socialismo arrasa con esa concepción, creyendo que a causa de perseguir un fin justo se puede abolir un hecho que es justo en sí mismo. Soy una persona, soy un ser humano; tengo derechos y libertades, tengo una voluntad que puede o no estar de acuerdo con la mayoría. Por qué, si yo he estudiado para ser doctor en física, debo cobrar lo mismo que un licenciado (caso hipotético). Por qué, si yo quiero hacer obras de misericordia con mi dinero, sólo las puede hacer el Estado. ¿No somos libres? ¿Por qué debemos interactuar en una sociedad con pares y adquirir conductas, pensamientos y sentimientos acordes al cuerpo que habitamos? ¿Por qué es tan necesario adecuar mi modo de vivir al común capricho de la masa?

La igualdad aniquila aquello que soy. Luchamos para no ser absorbidos por la masa, y quizá lo logremos. Pero esa lucha está siempre signada por la fuerza mayor, que indica que el derrumbe es inevitable. Podemos estar asustados o sentirnos solos, y lo estaremos. Pero no es lo peor. Peor es la muerte y peor es la muerte de mi libertad.

Si intentas escapar de tu lugar, ser quien tú eres, te perseguirán y te tratarán de loco. Si lo consigues, te aniquilarán. Pero yo, queridos amigos, prefiero morir siendo yo mismo y no vivir habiendo muerto antes mi alma, mi libertad, y habiendo entregado al olvido mi identidad.

(Lo dicho, hoy estaba cabreado, ya se me ha pasado).

lunes, 27 de febrero de 2012

Oui, mon ami Dominique, les idees peuvent être tués (27 de febrero - Día de la Bandera)



Será una entrada corta, lo prometo. Acabo de llegar de Misa de ocho y me encuentro con las festividades en Rosario de Santa Fe por el centenario de la bandera. Todos los días aprendemos nuevas cosas de la historia argentina, eso hay que reconocerlo; yo no sabía, por ejemplo, que el veintisiete de febrero de mil ochocientos doce Manuel Belgrano, creador de la Bandera Nacional Argentina, había enarbolado la susodicha en Rosario de Santa Fe. Lo mismo, creo que ya antes por aquí habíamos hablado de Belgrano, por lo que no diré más acerca de él por el momento (pero desde ya, que el lector sepa que siento un profundo respeto por este hombre y una admiración desmedida).

Pero me sorprendió el modo de celebrar este día, que quieren hacer a partir de ahora de forma anual, con miras a conseguir que el Día de la Bandera sea, de forma oficial, el veintisiete de febrero (y no el veinte de junio, que viene siendo, en realidad, el aniversario del fallecimiento de Manuel Belgrano). No me voy a poner a decir lo ridículo que es replantearse estos días a esta altura del partido, porque creo que es una obviedad para cualquiera: no importa el día que se elija, lo que verdaderamente importa es el sentido que se le dé a ese día en específico para conmemorar cierto acontecimiento. Pero no voy a ponerme a reflexionar sobre estos temas que, creo yo, pueden dejarse pernoctar en favor de la inteligencia de los lectores.

Me interesa el tema de la Bandera gigante, del acto público, de las representaciones, del tío ese vestido como Manuel Belgrano...

... y me quedo atónito. Que no, que "atónito", ni siquiera con mayúsculas (es decir, "ATÓNITO"), es favorable para describir lo que realmente siento.

Damas, caballeros. Domingo Faustino Sarmiento escribió "On ne tue point les idees", pero él se equivocó. Las ideas sí pueden ser muertas, y de hecho, las ideas han sido crudamente asesinadas.

Los ideales de independencia y libertad que movieron a Belgrano son los que hondearon cuando la enseña patria flameó al viento por primera vez. Pero esa primera vez, damas y caballeros, fue la representación material de un sueño que era levantado en los corazones de los grandes hombres que hicieron grande a esta nación. Porque sí, lo digo sin tapujos: esta nación es una gran nación. Que esté habitada por grandes idiotas es un hecho secundario. Que esa lista de idiotas aumente en progresión geométrica es un hecho grave. Pero en sí, son esos ideales, los ideales de aquellos que lucharon por la libertad de su tierra, los que verdaderamente nutren esta nación, los que se izan cuando la bleu blanc bleu se levanta triunfal en los aires. Si esos ideales mueren, lo que queda flameando es un trapo de color celeste y blanco.

Y yo, queridos amigos, al igual que Echeverría, escribo con mucho pesar: Llevo un luto en mi corazón por la patria, por la patria que los déspotas y tiranos han sabido condenar. Porque la Bandera celeste, blanca y celeste sólo hondeó pocas veces en nuestra historia. De nada sirve, en modo alguno, elevar miles de banderines o hacer banderas gigantescas que exalten los colores patrios. Es una pérdida de tiempo, si las ideas que dan vida a esta nación caen en el olvido.

Belgrano murió, y sus ideales también. Porque ahora los hombres no luchan por su libertad, sino que se conforman mansamente con una falsa idea de libertad y de progreso, y aceptan con absurda ceguera este orden sin luchar por sus principios y sus ideales. El conformismo ha ganado terreno en nuestros corazones, de modo que el vigor de las ideas se ha extinguido, y no quedan ni siquiera las brasas de las hogueras que encendían los corazones de los héroes. Belgrano murió, y con él, así como con tantos otros, murieron los ideales de una nación libre e independiente. Porque aquí, nosotros los hombres que habitamos este pedazo de suelo en particular y los hombres de todo el mundo en general, somos esclavos de un yugo invisible, y aún aprisionan nuestros corazones las cadenas de la opresión, que lejos están de romperse.

Belgrano izó la Bandera por primera vez... no un veintisiete de febrero, sino en el momento en que se atrevió a soñar un pueblo libre y una nación honesta, y cuando decidió hacer de su vida una lucha para conseguir aquello que anhelaba. Se enfrentó a todo y a todos, dando su vida por aquello que creía, y murió mientras sostenía en alto el grito de la libertad. Pero después de esto, la Bandera fue descolgada y guardada en un cajón, y hoy elevamos una bandera negra y roja.

Esta bandera que hoy levantamos es la bandera sombría de la muerte, teñida por la sangre de los asesinados, de los silenciados, de los oprimidos y de los cansados. Es negra, porque la corrupción del hombre la ha dotado de ese siniestro color, reflejando las profundidades abismales de los corazones de los mortales oscurecidos por la mezquindad y el odio.

¿Libertad? ¿Libertad? ¿Adónde ha quedado la libertad de los hombres, cuando el hombre se ha convertido en un esclavo de sus instintos, incapaz de pensar, incapaz de producir, incapaz? ¿En dónde cuando al hombre se le quitó su vida y se anuló su juicio y se mató su credo y se aniquiló por completo su alma? ¿Libertad? ¿Libertad?

Tristeza, amigos míos, es lo que yo siento al contemplar cómo esta nación se cae a pedazos por causa de esos idiotas que llenan las listas. Por causa de esos idiotas, que creyendo que saben pensar, apoyan a aquellos que se erigen como tiranos y déspotas. No, queridos míos, la Bandera de Belgrano hace tiempo fue encajonada, rasgada, hecha trizas. Ahora sólo queda una vil imagen, una representación burlesca de los días de antaño, coronados de gloria y de laureles, en la que respirar sueños era posible y en que pensar la libertad era un riesgo que los caballeros querían correr. Ahora no. Mientras ningún argentino sea capaz de gritar en contra de la injusticia, en contra de la tiranía, en contra de la opresión, sin pensar un solo momento en su vida o en su bienestar, sin pensar un solo momento en sí mismo, entonces los ideales habrán muerto para siempre. El grito inspirado que el general profiriera "¡En pelotas, pero libres!", ¿en dónde está?

Ya no importan los homenajes ni las actuaciones, porque todas son farsas, son pantomimas. El progreso, una ilusión. La libertad, una fantasía. Mientras no hagamos, nosotros mismos, los argentinos, mientras no procuremos hacer lo correcto todos los días, desde nuestra humilde palestra, mientras no combatamos con sinceridad por la libertad... los ideales seguirán muertos. La revolución verdadera, el cambio social, no se logra con políticas de Estado ni con ideologías sociales; la revolución depende de nosotros y de nuestra forma de vivir. Robamos y pedimos que no nos roben, estafamos y nos quejamos de los que estafan, mentimos y pedimos que los políticos no mientan. Tu coque, para más señas.

La pregunta es "¿Estamos dispuestos?". Todo depende de nosotros, no del político de turno (que, a ojo, ha salido del pueblo). ¿Estamos dispuestos a mejorar? Si no lo estamos, entonces la queja cae en la estupidez y la sin razón.

Y eso, que todo esto parece un chiste, señores. Pero no lo es (y no da gracia). Así que cada quien a su casa, y a recordar que Belgrano no habría querido esto. Habría querido un pueblo de hombres libres, y no lo somos; habría querido un pueblo de hombres honestos, y no lo somos. Así que, hacedme el favor, dejaos de actos públicos y chorradas varias, que el personal quiere dormir. Y no sé yo, pero el presupuesto no creo que nos dé para montar el pollo como lo estamos montando, así que digo yo que ese dinero podría ser invertido en cosas un poco más útiles, ¿no?

domingo, 5 de febrero de 2012

Febrero mes del amor.


Este año he declarado Febrero como el mes del amor en todos los  blogs en los que participo y esté es el único en el que aún se resistia a la invasión de corazones y demás parafernalia romántica. No se si mi diabetes aguantará esta sobredosis de "azúcar" pero voy a ponerla a prueba... 

Voy a ser buena y en consideración a mi buen amigo Nicolás, biblitecario mayor de este blog, voy a ser muy discreta. Nada de corazones, ni cursilerías... Y en su honor voy a publicar una de las canciones de amor más bellas que conozco.

El día que me quieras. (Carlos Gardel)

Acaricia mi ensueño
El suave murmullo
De tu suspirar.
Como ríe la vida
Si tus ojos negros
Me quieren mirar.
Y si es mío el amparo
De tu risa leve
Que es como un cantar,
Ella aquieta mi herida,
Todo, todo se olvida.

El día que me quieras
La rosa que engalana,
Se vestirá de fiesta
Con su mejor color.
Y al viento las campanas
Dirán que ya eres mía,
Y locas las fontanas
Se contarán su amor.

La noche que me quieras
Desde el azul del cielo,
Las estrellas celosas
Nos mirarán pasar.
Y un rayo misterioso
Hará nido en tu pelo,
Luciernagas curiosas que verán
Que eres mi consuelo.

El día que me quieras
No habrá más que armonía.
Será clara la aurora
Y alegre el manantial.
Traerá quieta la brisa
Rumor de melodía.
Y nos darán las fuentes
Su canto de cristal.

El día que me quieras
Endulzará sus cuerdas
El pájaro cantor.
Florecerá la vida
No existirá el dolor.

La noche que me quieras